viernes, 1 de octubre de 2010

Cuento: "Sueño de Niños"


En su hombro una bolsa negra y sus pies desquebrajados por el cansancio que salen de lo que parecen un par de zapatos desteñidos, rotos y un poco, pero solo un poco más desgastados que los pies de Ángel. Este niño de once años no conoce la diversión, a su corta edad dedica su tiempo libre a recoger esas cosas que nosotros desechamos, cosas que para algunos fueron útiles pero que ya no lo son. Su bolsa llena de elementos inservibles para mí, aún tienen uso para él. Esa bolsa y simón, un cachorro anaranjado de hocico negro, son la compañía de Ángel, su única compañía durante las tardes y noches de trabajo. Esa tarde de sol entre amarillo y rojo ángel recoge algunas cosas que puedan servirle, su rostro sucio y poco agradable para muchos guarda un gran deseo que se hace más latente cuando en la calle ve a unos niños jugando con un balón.

Ángel sería feliz si esos niños lo dejaran tocar ese balón y perderse en el camino dulce del juego infantil, mientras los mira en su pequeña cabeza, empiezan a caer muchos balones del cielo, él sorprendido por aquel hecho corre en busca solo de uno, y cuando lo alcanza a coger, muchos niños sonrientes y emocionados le piden que pase el balón, él sin dudarlo lo pasa y empiezan a jugar libremente en un campo verde rodeado de flores y muchos colores. Todos juegan con el balón y Ángel se siente emocionado de tener muchos amigos para divertirse. Pasan y pasan el balón, lanzan y corren mientras las carcajadas brotan de los rostros de todos. Ahora hay muchos balones en el aire y todos cogen alguno, de repente uno de los balones golpea fuerte la cabeza de Ángel, y en un instante vuelve a la realidad, su rostro no puede contener la verdad, nunca podrá jugar con esos niños, ni tener amigos, ni tener un balón por lo menos.

Mientras los niños juegan en la calle, Ángel baja su cabeza los mira de lejos y sigue su camino resignándose a lo que tiene que vivir. Pero antes de que pueda desprenderse de su anhelado sueño, el balón de aquellos niños rueda en dirección a él y como si esta esfera de colores vivos y rebotante tuviera vida y quisiera regalarle una oportunidad a este niño de sentir la felicidad en su corazón, llega hasta donde él está y golpea sus pies.

Ángel sorprendido, emocionado e ilusionado voltea y ve aquel hermoso balón en sus pies como si lo atrajera, intenta agacharse para recogerlo, pero justo antes de que pueda hacerlo, la voz dulce pero cortante de una niña lo detiene. Le impide que coja o siquiera toque el balón, a ella le repugna su apariencia y con un puñado de palabras ofensivas golpea el pequeño sentimiento de alegría que empezaba a salir de sus ojos – ¡lárguese de nuestro parque que lo hace ver feo niño! – son las últimas palabras que Violeta le dice al niño, ella da la vuelta bruscamente y de su muñeca cae al suelo una pulsera de oro.

Ya en el suelo la pulsera y Violeta caminando hacia sus amigos, que la miran un poco indignados por su comportamiento, pareciera que nada podría ser peor.

La niña llega donde sus amigos pero ellos no están muy contentos por lo que acaba de hacer, uno a uno le hacen reclamos pues para ellos es muy importante el respeto por los demás y el valor humano de todos – eso lo aprendimos en la escuela Violeta, recuerdas? – dice Ana María mejor amiga – yo no fui a esa clase – contesta Violeta. Uno a uno empieza a irse y dejan sola a Violeta, que finalmente termina acompañada por Ana María.

Ángel nota a lo lejos como los niños se van pero no entiende nada  - ¿Porqué dejan de jugar? – piensa él, sin entenderlo mira hacia el suelo y ve la pulsera de Violeta, él no lo sabe pero talvez puede ser de ella.

Violeta enfurecida por el juego y los reproches se da cuenta que ha perdido su pulsera, sin pensarlo deduce que fue aquel niño quien se la robó, Ana María no puede creerlo, como podría pensar que fue él si ni siquiera la tocó.

Ángel recoge la pulsera y camina hacia donde se encuentran las niñas, al llegar Violeta empieza a gritar desesperadamente pensando que aquel inocente niño le haría algo, Ana María trata de calmarla, Ángel rompe su silencio con una pregunta - ¿Es suya esta pulsera?... como si la lengua se hubiese esfumado de la boca de Violeta y de Ana María y todo el ruido se espantara con aquella pregunta, quedó aquel lugar, el silencio era indescriptible ni el zumbar de los árboles con la brisa, ni un simple pajarillo cantaba, porque todos en ese momento hicieron silencio para que Violeta escuchara bien, Ángel con su mano estirada y con la pulsera en la mano le demostraba a ella su honestidad su respeto y su tolerancia a pesar de su maltrato hacia él. Violeta estupefacta, sentía que un nudo en la garganta se desataba y lentamente le dijo: Lo siento. Ana María la abrazó y noto su arrepentimiento.

Hoy todas las tardes juego con Ángel a veces diez minutos o quince cuando llega más temprano porque siempre tiene que trabajar, pero yo Violeta, aprendí a ser mejor persona y ahora tengo y puedo hacer feliz a un amigo sin importar lo que parezca ser por fuera.

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